1. No saltear ninguna de las cuatro comidas principales, evitar los picoteos y comer cada 3 o 5 horas.
2. Incluir vegetales y frutas en la alimentación diaria
3. Reducir el consumo de grasas saturadas, y reemplazarlo por aceites vegetales, semillas y frutos secos
4. Reemplazar el consumo de lácteos enteros por descremados, las harinas blancas por integrales y el azúcar por endulzantes naturales.
5. Beber dos litros de líquido por día entre infusiones como té o mate y agua.
Desde el ICBA (Instituto Cardiovascular de Buenos Aires) aclaran que estas máximas, por sí solas, no representan un tratamiento mágico que asegure el bienestar, pero sumadas al ejercicio diario, pueden traer grandes beneficios tanto para el cuerpo como para la mente. La vida sana es una cuestión de actitud.
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